En 2008, cerca de 620 millones de toneladas de paja de arroz y unos 125 millones de toneladas de cáscaras (referidos como "residuos") se produjeron sólo en Asia, y esta cantidad aumenta cada año. En la mayoría de los lugares, estos residuos no tienen valor comercial y están dispuestos fuera de varias maneras.
En los sistemas intensivos, donde se cultivan dos o tres cosechas al año, el tiempo de descomposición de los residuos es muy corto y los residuos restantes puede interrumpir la preparación del suelo, implantación del cultivo, y el crecimiento del cultivo temprano. Aunque la retención de residuos es esencial para la gestión sostenible del suelo de los cultivos distintos del arroz y los sistemas de mechones mixtos (cultivos de arroz de tierras altas), la investigación en experimentos a largo plazo ha
demostrado que la eliminación completa de residuos no tiene consecuencias negativas para la productividad, la sostenibilidad y la salud del suelo de los sistemas intensivos dobles y triples cultivo de arroz.
Sin embargo, en la practica, la quema de residuos de arroz causa grave contaminación del aire en algunas regiones. La alternativa, la incorporación de residuos en el suelo, a su vez, causa emisiones de metano de los campos de arroz, lo que contribuye al cambio climático.